Thursday, February 09, 2006

CHARLES AZNAVOUR EN MÉXICO.

"Canto y Escribo Para Todos".
Por Waldemar Verdugo Fuentes.
Publicado en Vogue y El Mexicano.

Afuera la ciudad, gigantesca, vibrante, bella, contaminante. Es medianoche y llueve. Aquí Charles Aznavour, al frente de su orquesta, canta, habla, canta y habla a la vez, baila, se abraza a sí mismo, actúa, canta, complace al público... qué profunda emoción recordar el ayer... la bohemia... Venecia sin ti.... morir de amor... Al otro día, en una suite del Hotel que ocupa durante su temporada de presentaciones en Ciudad de México, me recibe Chahnour Varinag Aznavourian (su nombre verdadero; sus padres son de Armenia aunque nació en París, “pero me siento armenio como mis mayores, por eso he cantados los pesares del pueblo armenio y me encanta la comida de Armenia”): "tengo poco más de sesenta años", cincuenta y tantas películas, no sabe cuántas canciones pero más de mil; se siente afectado por la contaminación del Distrito Federal, pero no puede evitar actuar en la ciudad cada vez que lo requieren:

   -Antes venía a México varias veces al año, y no me daba cuenta de que el clima me enferma. Desde hace una década decidí venir solo una vez al año y realizar una temporada larga cada vez.  Leía algo en que se dice que la Ciudad de México es ahora el lugar poblado más contaminado del planeta, y es el más bello, lástima de contaminación...

   Le recuerdo cuando durante una visita a Chile, cientos de quinceañeras se apostaron a las puertas del Hotel Carrera de Santiago, fenómeno que recorrió toda América; él se muestra siempre muy amable, pero lo noto como resignado a ser paciente con alguien que resalta recuerdos a quien parece no importarle el pasado. El artista es reflexivo e inmediato en sus respuestas; en ocasiones casi vanidoso pero prudente. Su actitud es algo contradictoria: a ratos se muestra muy cansado, a ratos muy expresivo, muy joven y animoso. Lo hermano con Belmondo o Delon: Aznavour también es un tipo duro.

   -Creo que aquí en América Latina sólo conocen al Aznavour de "Venecia sin ti". Desconocen mi lado perverso, grueso (méchant); el de mis otras canciones, esas con las que les ajusto las cuentas a ciertas gentes. Fuera de Francia buscan siempre al Aznavour que le canta al amor... prefieren las canciones miel... cuando digo que no me entienden, me refiero a la clase social que puede pagar por verme y, por lo tanto, acude a mis presentaciones. No es el gran público que sólo me conoce por mis discos románticos, nada más.

   -¿No cree que usted mismo habituó a la gente al interpretar esas canciones románticas? Inclusive en el propio idioma del público que se trate... porque su repertorio de canciones de amor lo tenemos traducido al castellano, pero no lo que a usted parece interesarle...

   -Está traducida creo que toda mi música al español, como a casi todos los idiomas, lo que sucede es que cuando una canción te dice cosas que no quieres oír, las casas disqueras las discontinúan, desaparecen tan fugazmente como aparecieron, sólo siguen entregando al mercado lo que la gente pide. También se debe a una necesidad de romanticismo por parte de la gente; de cualquier manera, intento introducir en todos mis discos canciones distintas, pero sólo aceptan las amorosas. En general, al público no le interesa conocer toda la obra de un autor. Generalmente le gustan algunas canciones y se quedan con ellas. Nadie quiere saber, por ejemplo, que en mis inicios Juliette Greco interpretaba mis canciones. Y recuerdo que en ese tiempo escribía canciones que no estaban permitidas, era un tipo duro (ríe)... parodiando la opinión que das de lo que te reflejo de inmediato... Compuse una canción que se llama "Mi amigo, mi Judas". No le interesó a nadie, la descontinuaron. Por ello es que, en plan de espectáculos, cuando ando en gira, abandoné presentar este tipo de canciones. Sólo sigo intentándolo en las grabaciones, aunque no estoy seguro que la gente escuche todo el disco.

   -Entonces, ¿qué busca con las canciones de amor?

   -Me preocupa la necesidad de comunicación entre hombre y mujer, entre los seres humanos en general. Pero también me inquietan las dificultades que ciertas gentes tienen para vivir, para ser, para ocupar su espacio dentro de la sociedad: la niñez desprotegida, los jóvenes con pocas posibilidades de crecer en un entorno asfixiante, la discriminación a las minorías, los sordomudos, amputados, que viven en una sociedad de gentes normales.

   -¿Cómo ve la canción francesa hoy?

   -No estoy muy enterado de lo que está pasando con la canción francesa. Más bien vivo mi propia vida, fuera del show-business. Creo que ahora la música se ha convertido en algo muy importante en el ámbito mundial. Por ello no tengo ningún afán chovinista: oigo la música y las noticias de todo el mundo; veo películas de diversos países, en los países que visito voy al teatro, visito sus espectáculos, y no estoy cansado con ninguna clase de expresión del arte. Me gustan todas las canciones. Sin embargo, es curioso, no soy el mismo en todo el mundo. En Italia y Francia me consideran fundamentalmente un cantante popular; en Estados Unidos, intelectual; en Alemania, popular-intelectual, y aquí en México soy más bien un autor-intérprete de canciones de amor; pienso que es así en toda América, también en Chile ¿no?.  Claro está, prefiero todo eso a ser un artista desconocido.  

   -No sólo no es un artista desconocido, sino que se le considera una de las glorias de la canción francesa...

   -Gracias. Pienso que en la canción francesa, antes de mí hubo un gran precursor: Charles Trenet. Fue el artista más grande de Francia. Yo llegué inmediatamente después, y desnudé la canción. Creo que en verdad desvestí a las mujeres, apagué las luces y puse mis manos sobre los cuerpos.  De alguna manera, también, mediante mis canciones, ofrecí una noción clínica en cuanto al público y los artistas que sólo entienden las cosas de una manera dramática. Pero mi escuela la siguieron en Italia y en Francia, incluso en América: los autores que al mismo tiempo eran intérpretes pensaron que era posible servirse de temas sociales y locales para hacer lo mismo que yo. Desde siempre actué lo que cantaba.

   -¿Qué le gusta más: componer o interpretar?

   -Es como lo del huevo y la gallina. Imposible de explicar.

   -Usted actúa sus canciones, ¿cómo ve esta relación entre canción y teatro?       

   -Para mí no existe ninguna diferencia entre una y otra expresión. Un artista debe ser a la vez actor y cantante. Evidentemente muchos suben al escenario únicamente a cantar. Pero un artista debe ser también actor, salvo en los casos en que interprete solamente canciones seductoras (charmantes). Si es fundamentalmente actor, tiene que representar su papel; si no, es una completa farsa.

   -¿Así de tajante?

   -Si yo tuviera tiempo y pudiera practicar más otras artes como pintar, también lo haría. El arte es un mundo al que se entra a fondo, plenamente. De ninguna manera creo que hay que especializarse cuando se trata de arte. Se nace artista o no se nace.

   -Es cierto que usted practica varias disciplinas para comunicarse con el público: la canción, el teatro, la escritura, el cine...

   -Desde luego que sí. Tengo la posibilidad de hacerlo, pues no me resulta difícil escribir o actuar. Afortunadamente no estoy en el caso de los artistas a quienes se les da algo hecho (una composición) para que la lleven al público, y una vez sobre el escenario tienen que defender esa canción que escribió otra persona. Los festivales como Viña del Mar, por supuesto, son la mejor escuela para un intérprete que debe "actuar" la canción. Por mi parte, puedo expresar con exactitud lo que dice la canción porque la escribí yo mismo; no tengo que inventar emociones.

   -¿Cómo escribe su música?

   -Generalmente trabajo muy temprano, y por mis viajes puedo escribir donde sea que esté. Todos los ingredientes de una canción están esperándome, lo que tiene que ver con mi atmósfera interior que desplazo al lugar en que voy a trabajar; hay cosas comunes, como mi máquina de escribir: siempre viajo con ella. Me basta encontrar el tema y a trabajarlo. Me gusta escribir únicamente sobre historias reales. Yo espero darles forma y la máquina me espera a mí. Normalmente escribo rodeado, entonces, por mis cosas de todos los días, que son las imprescindibles de un viajero. Claro que me siento mejor escribiendo en mi casa, más cómodo. Pero en verdad no necesito más elementos que los que necesita cualquier escritor para crear algo.

   -¿Cuándo crea sus canciones se esfuerza por algo en especial?

   -Siempre me esfuerzo por componer canciones inteligentes, aunque aparentemente sean sencillas.

   -¿Escribe algo más, como novela o cuento?

   -Escribo de todo lo que puedo, pero principalmente mis canciones.

   -Veo varios libros aquí, ¿sí lee mucho?

   -Eso sí, y todo tipo de autores. Y eso sí me influye, en el sentido de que una frase me puede llevar a una canción, si bien en muchos casos el resultado final es completamente contrario a la idea original.

   Nació el 22 de mayo de 1924 (“y sólo pienso retirarme cuando sienta que la garganta no me sirve. Actuaré hasta que no pueda moverme ni hablar”). Se ríe cuando le recuerdo que entre sus admiradores le dicen “Charles Aznavoice”, y no replica cosa alguna cuando le recuerdo que ha vendido más de 100 millones de discos, le agrego que su carrera cinematográfica ha sido exitosa, participando en cintas importantes como  “Un taxi pour Tobrouk” (1961, dirigido por Denys de La Patelliére); “El tambor de hojalata” (1979, dirigido por Volker Schlöndorff), “Disparen sobre el pianista” (de Francois Truffaut); “Les fantomes de chapellier” (de Claude Chabrol) y dice:

   -Ha sido mi trabajo en el cine algo discreto para mi gusto, pero no recibo generalmente buenos guiones, entre las muchas ofertas que me llegan. Aunque me ha servido para trabajar en cintas en que puedo expresar en algunos casos mi punto de vista, como en “Ararat”, que hizo conmigo Atom Egoyan, acerca del genocidio de Turquía sobre Armenia. En verdad, yo no soy ni cantante ni actor, mi verdadera pasión son las palabras, soy un hombre que escribe canciones, alguna novela, algún guion; y lo único que colecciono son diccionarios antiguos. Soy feliz con una máquina de escribir y un papel, puedo llegar a buscar una palabra en forma obsesiva hasta encontrar el término exacto que necesito para decir una canción, y si no encuentro la palabra exacta que refleje lo que quiero decir, dejo de escribir y paso a otra cosa.  

   -Políticamente, ¿cómo se define?
   -Soy absolutamente apolítico. El hombre en sí me interesa, pero no me interesa el hombre-político. Cuando uno trabaja por su pueblo, el artista se identifica con sus afinidades. Si por algún avatar, mañana, Francia eligiera una política con la que en lo personal no estuviese de acuerdo, entonces me vería obligado a no seguir los dictados de mi pueblo, lo cual constituiría una herejía artística. Pero yo sigo siendo fiel a mis convicciones. Los franceses eligen a los políticos por mí. Yo le escribo canciones políticas al pueblo y el pueblo vota por mí. Es decir, cuando trato de protestar por el trato a los homosexuales, aunque yo no sea homosexual, soy apolítico; cuando intento exponer la situación de los niños en tiempos de guerra, sigo siendo el mismo apolítico. Soy un creador, y el creador es un hombre solo, se podría decir, que no tiene color, no escribe ni para uno ni para otro. Nunca cantaré de manera exclusiva para el que es de mi misma opinión, ni para el que sostiene una opinión contraria. ¿Por qué habría de hacerlo? Yo canto y escribo para todos.

Waldemar Verdugo Fuentes.
Publicado en papel vegetal en Vogue y El Mexicano,
SITIO RAIZ: http://waldemarverdugo.blogspot.com